Después de los grises últimos eventos que circundan en mi vida, y dado que la poca paciencia se ha vuelto nuevamente una constante hace tres días, declaro públicamente que estoy con el alma cansada. Y empero, será nieve la que caiga al infierno, antes de verme en el suelo.
No deseo explicar mis motivos, ya he declamado mucho contra las diversas palabras a favor o contra mi postura de vida, me siento ajeno a mucha gente últimamente, y veo que otras a quienes he dado mi confianza y amistad, simplemente no valoran la misma. Es triste cuando un amigo del alma se enoja con uno, aún cuando los motivos son comprensibles, pero comportarse como un niño, berreante y poco tolerante, no es práctico o plausible para adulto alguno. Los malos entendidos se conversan, las acciones se evalúan, y si tan amigos eramos para confiar uno en el otro, ¿qué cresta cambia esa postura? Un error, en la forma, que no en el fondo de lo ocurrido, puede cometerlo cualquiera, siempre y cuando se comprenda. Y yo admito dicho error. Debí hablarte antes, mi hermano, pero no significa ello que ahora sea tu enemigo o una mala persona. Diablos, sabes tan bien como yo que es lo que vale en una relación, sea esta de amistad o pareja. Y ese es el tema que queda pendiente, porque ambos sabemos que no me buscarás antes de marchar al extranjero. Y lo siento, me duele el alma, pero sabes? puedes irte a la soberana cresta, si es que piensas tan mal de mi. Ya estoy harto.
Dicha situación, ha costado no solo una, sino dos amistades, que a través del tiempo, cultive y siento orgullo de ellas; como en toda relación, hubo fallas de ambas partes, pero al menos, me deja un buen sabor de boca el darme cuenta que en verdad, no hay mucho que hacer hoy. Fui sincero ayer, lo soy ahora y espero ser siempre. Y ello implica darle valor y una justa medida a estos acontecimientos.
El cansancio entra por la ventana, ahora mismo; me levanto a la cocina y preparo café para dos, pues esta será una larga noche.
Dicha situación, ha costado no solo una, sino dos amistades, que a través del tiempo, cultive y siento orgullo de ellas; como en toda relación, hubo fallas de ambas partes, pero al menos, me deja un buen sabor de boca el darme cuenta que en verdad, no hay mucho que hacer hoy. Fui sincero ayer, lo soy ahora y espero ser siempre. Y ello implica darle valor y una justa medida a estos acontecimientos.
El cansancio entra por la ventana, ahora mismo; me levanto a la cocina y preparo café para dos, pues esta será una larga noche.
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