Ocho años, desde que tu mano cruzó la mía, buscando refugio. Ochos años ya, de este viaje en que ambos nos embarcamos, para definir quien soy por mi parte, y que soy para tí y tu hermano. Toda una vida no basta para ello, pero así somos los Moscoso, tan tozudos y resilentes a veces, y otras como el bambú ante la tormenta. Gracias por todo hijo, me haces un mejor hombre con tu presencia, y si hay alguien que merece lo mejor de mi, esos son tu hermano y tu.
Nunca he sentido arrepentimiento alguno de tenerlos en mi vida, de ver que ustedes me quieren en su viaje, y si dos seres tan bellos, tan dulces, voluntariamente decidieron que era el padre que necesitaban, algo bueno debe existir en este treintón cabezadura. Y en especial, en nuestra relación Matty, hay un dejo de complicidad ferviente, casi una fé en lo que nace del otro y para el otro.
Hoy desperté pensando en mi vida; en los logros y fracasos que han llevado a mi situación actual, y queda claro que el amor ha sido mi constante. Y de ello, destaca el amor de mis hijos. Pero hoy es tu día, hoy es tu cumpleaños, y las palabras fluyen de una manera caótica, puesto qu estoy nervioso, estoy complicado, y siento que tal ves la duda es fuerte...pero más fuerte és el sentimiento que crece de tu sonrisa. Quisiera tanto poder abrazarte ahora mismo, pasar el día contigo haciendo nada y todo a la vez, disfrutar del aroma de tu piel, tan similar al mío y tan único; tener respuesta a las preguntas que te inquietan, y acompañarte a dormir, quedar a tu lado mientras te unes al sueño de los genios...nos quitaron eso, mi niño. En parte, es la razón de mi tristeza.
Quiero regalarte tu derecho de nacimiento, hacer que produzca los cambios necesarios y volar. Verte a la distancia (verlos a ambos de la misma forma), solo contribuye a la melancolía que me sumergue a ratos, pero pasa, siempre pasa. Nunca olvides que eres mi campeón, mi hijo mayor, y una parte de mi alma. Te amo.
Tu padre.
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