miércoles, 31 de marzo de 2010

Deadman

  Existe en el gran esquema de las cosas, una preponderancia en cada ser humano a la tragedia, que viene en nuestro adn, como manifestación de las pruebas que a diario enfrentamos. Así como estamos condicionados por nuestra enseñanza religiosa a pensar que somos miserables desde la concepción (esa "idea" brillante de bautizar en religión judeo cristiana porque los niños vienen manchados, es solo otra estúpida respuesta a su manejo de la información), hasta el hecho de amar por siempre, como una expresión de posesión, que no de entrega. Todo, preparado en esta sociedad, para y por el espectáculo. Somos capaces, por tanto, de las más altas infamias y sin embargo, no perdemos nuestra sensación de remordimiento. Por contrario, al actuar con coherencia, no somos recordados, sino aceptados como una persona que simplemente hace lo que debe.
  Hoy no me siento coherente, no siento que actue mejor que el resto, y simplemente, me siento para la mierda. Así, lo más sincero que puedo escribir, es un "lo siento", porque esta vez, viene del corazón. Y tengo claro que no podré arreglarlo, en verdad, porque aunque retribuya materialmente el percance, sé bien que el daño está hecho, es irreparable a nivel emocional y no se puede, al menos de momento. Crecer apesta, solía pensar cuando tuve 15 años; hoy sé que ser adulto duele.