martes, 13 de julio de 2010

Discípulos de alma rota.


De rodillas ante el altar y frente a la columna central, ubicamos nuestra postura; Dios no faculta a hombre alguno, sea púrpura su investidura o sangre, a usufructuar  de su administración. Más bien, tiende a ser fuertemente severo de juicio al evaluar a quienes tienen la capacidad de guiar a sus pares. ¿Porqué entonces, ocultar bajo el altar de la nave, las falencias y bajas pasiones de un hombre? Si el abuso de poder es un crimen de graves consecuencias, como imaginar el alcance en la mente de un niño, quien busca paz y refugio de lo que no comprende, en lo que llaman “Casa de Dios”.
En su noche más oscura, la iglesia será juzgada, perseguida y tergiversada, y puede verse que este momento se compara a esa noche más oscura….una noche que transcurrió hace siglos, cuando decidieron llamarse católicos (universales, es el significado de la palabra), y amasaron poder terrenal, un poder basado en la negación de la fe popular, en la implantación de una sola verdad, un absoluto que pervierte en verdad las enseñanzas del Cristo hebreo y sus maestros. La persecución comenzó hace más de mil años, hace siglos y se ha mantenido a través de los siglos, en contra de quienes en verdad son portadores de fe. Han matado, mutilado y violado a cada hombre y mujer que se atreve a pensar. Primero acabaron con los Gnosis, o los primeros cristianos; la noche se hizo más negra aquél viernes 13 de Abril cuando declarándolos inocentes de todo cargo, El papa aconsejó a un rey francés que “solucionara el problema de los templarios”, dando pié a una persecución por herejía que al final no acabó con el pensamiento. Y pareció mantenerse así, cuando un rey español, descendiente de la casa francesa de Borbón, decidió expulsar de América a los jesuitas, cuya labor sociocultural ha rescatado la historia y preservado tradiciones a través de los siglos. Una persecución que se mantuvo constante a los siglos, pues al día de hoy, son los jesuitas (junto con la orden de los franciscanos), quienes luchan por mantenerse en contacto con la gente, los pobres y los humildes, además de educar y elevar la conciencia de los pueblos que tocan. Por contrario, las Diócesis se dedican a ocultar, y trasladar a quienes consideran que caen en pecados de pureza, es decir, aquellos sacerdotes que han mantenido relaciones carnales de diversa índole con gente de diversos estratos. Y he aquí el problema, porque si bien no hay algo de malo en tener sexo entre adultos con conciencia y consentimiento, sea este sexo hétero u homosexual, si es un crimen el abusar de niños o adolescentes, más aún, abusar de la mente de un ser humano, generar presión y mantenerlo bajo tu poder por años, logrando una relación enferma, de coercitiva y dependiente, tan brutal como cualquier acto de violencia mental.
Se juzga a las víctimas por dar testimonio y enfrentar al “hombre santo”, quien en un acto de sabiduría, se retira de la vida pública, bien por vergüenza, bien por cobardía, bien porque es inocente; personalmente creo que un hombre inocente, al menos da la cara y enfrenta a quienes le inculpan. Un hombre inocente no se esconde, no es enviado a meditar en sus acciones u oculto en sus pareceres. Santo es el guerrero consagrado a lo divino. Los santos griegos consagraban su alma a una divinidad, a una causa, a su pueblo. Los cristianos tomaron la palabra y denominaron a aquellos guerreros consagrados al verbo”, es decir, a la causa de la fe cristiana. Y si bien se es santo en vida, solo tras la muerte se comienza a analizar y defender la causa para que esta se eleve a los altares. Pueden pasar años, antes de que se acepte dicha calidad, y mucho más para que se venere de manera universal al individuo en cuestión. Ningún hombre es santo en vida, aún cuando se señale o demuestre lo contrario, y no es una facultad (al menos en el catolicismo) que pueda ser dada por la gente de una comunidad, y cuando permitimos esto, simplemente llegamos a la conclusión de que no deben ser perturbadores los actos que dichos hombres llevan a cabo. En ello se amparó por siglos la Iglesia, al nombrar “Sumo Pontífice” a gente que no tuvo reparos en matar, mutilar cultural y mentalmente los pueblos que iban “descubriendo”. En Irlanda han logrado un control férreo que llevó a las víctimas a callar, denunciando décadas después de cometidos los actos, a sus brutales torturadores. Y esto, solo por mencionar una causa.
Pecado de pureza, solía llamar el sacerdote Karadima, a los actos de masturbación, manoseo y sexo que llevó a cabo, presuntamente hablando, en contra de jóvenes vulnerados por la vida, por su cultura y nivel socioeconómico, lo que demuestra que quienes mayor estipendio material poseen, más abandonados pueden estar. ¿Cuántos de ellos han callado, por vergüenza, por fidelidad de estatus y jerarquía? Víctimas silenciosas que al ocultar lo que hizo el sacerdote en cuestión, se vuelven cómplices de sus bajezas, porque en el callar hay complicidad, y para que exista un trasgresor violento, deben existir víctimas pasivas, y en algunos casos, complacientes. Una comunidad que perdona porque “Dios lo quiere así”, sin cuestionar, sin aceptar que el camino del perdón implica corregir el acto  erróneo y purgar sus faltas, para obtener la oportunidad de cambio que necesitamos. Por otra parte, en las mismas escrituras que tanto veneran, se señala “Dejad que los niños vengan a mí, no lo impidan. Solo aquellos que tienen alma de niño podrán entrar al reino de los cielos. Quien dañe a un niño, más le valdría amarrarse la rueda de un molino al cuello, y arrojarse al río, antes que esperar el juicio de Dios”. Palabras “literales” de una prédica de Jesús a sus discípulos, base del pensamiento clerical, al menos en teoría. Y he aquí el acto más innoble por parte de la cúpula eclesiástica, ya que contradicen su propia ley y verbo, como si no fuese más que las palabras de un loco o mentiroso. Y no es ofensivo por mi parte analizar de esta manera sus acciones, porque lo concreto es que llevamos siglos aguantando un comportamiento por su parte que no se condice con aquello pedido al resto de los seres humanos. Nuevamente, existen ciudadanos de diversa clase e índole….simplemente, asqueroso, ya que para defender posturas irrisorias, dogmatizan la palabra y se da pro hecho que debemos aceptar sus razones sin cuestionar el valor de sus actos. “Un líder que ampara y protege los más bajos actos de su gente, no es un líder, sino más bien un infame”, escribí alguna vez para un trabajo de historia del derecho, con tintes filosóficos. Otros hombres y mujeres, como yo, antes que yo y mis desvaríos, ya comprendieron bien el significado de estas palabras, y no se permiten aminorar el ímpetu que su alma busca en una verdad universal, en una razón más allá de cualquier dogma establecido por hombres, y es que la verdad debe prevalecer frente a cualquier disculpa. Una vez comprendida esta, recién podemos comenzar a construir sin rencor. Para ello, solo falta voluntad.
Pascual Moscoso Espinoza

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Si existen palabras que decir sobre mi persona, prefiero que las digan quienes me conocen. Así, solo quedará para mí, el actuar fiel a mi ser y motivos. Por lo pronto, puedo agregar que soy padre de tres hijos maravillosos, novio de la mujer más bella que piso la tierra, hijo (no devoto), y escritor a ratos, dibujante y tarotista. El resto, está en construcción.

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