lunes, 28 de septiembre de 2015

Alquimia básica.

 Todo ser humano es llamado a iniciar un camino propio, desde el momento de nacer, e incluso antes, de ello, puesto que somos parte de un todo eterno y constante, que fluye en nuestro entorno. más para avanzar, debemos ser capaces de dejar los miedos, terrores y enfermedades que somos capaces de autogenerar.
 Como parte del proceso, en el cual limpiamos nuestro oro, pasamos por un período de crecimiento y búsqueda, que nos guía a maestros, profesores o compañeros de ruta. Dicho proceso, que puede tardar años en resolverse, así como de un día a otro cambia la ruta del viento, encontramos a gente de diversos talante e inteligencia. Mal llamados maestros, otros verdaderos doctos en materias ya olvidadas, dejan huella en nuestros pasos al hombre/mujer que somos. Entre estos, destaca la imagen del pontífice, sumo sacerdote cuyas palabras, gestos o ausencias bien pueden significar un cambio radical en nuestras vidas. Es así que, si las aguas de Isis limpian cada vestigio de nuestro ser, haciendo puro lo que ha nacido puro, pero cuya estadía mortal cubre de miedos y afecciones, estamos preparados para conocer la verdad tras el velo de la materia, lo irreal, lo que es maya.
 Es labor de un buen pontífice, el construir caminos para que otros sean capaces de creer en sus propias opiniones. Nunca se debe obligar a seguir un parecer, tampoco a aceptar la verdad si esta es incómoda para quienes te escuchan, todos tenemos un proceso de crecimiento que debe ir a la par de nuestra madurez y entrega. No debemos obligar a otros a creer en nuestras causas, ya que no existe peor maestro que aquel que piensa en si mismo como un iluminado.
 Cuando iniciamos un proceso mágico, y en ello se usa el término de su forma amplia, debemos hacerlo con certeza, convicción de que ello genera el resultado adecuado. Para tal, uno siempre aprende. Es loable buscar el conocimiento, porque es la base natural al ser; el constante flujo de información nos hace libres, crecemos como individuo y comunidad, nos hacemos uno con la espiral que marca la comunión universal. Somos hijos de Dios, cuando nos hacemos Dios, cuando compartimos estado, conciencia y materia uno solo y todo. Solo así, y nada más que de esta forma, podremos desentrañar el conocimiento oculto, el fondo de nuestra espera y conciencia universal.
 Namasté.
 

miércoles, 24 de junio de 2015

Carne Muerta

 Existe una constante entre mis escritos y el estado de ánimo en que me manejo. Por estos días, calurosos y algo pesados, he pasado de la apatía creativa a un estado de alerta imperioso, cuyos estímulos externos van desgarrando el letargo. Y es simplemente que he estado fuera de mi, de centro, sin equilibrio, en una juerga de circunstancias tan banales, convirtiendo esta vida en algo pueril. He caminado entre sombras y he dejado que las horas pasen sin ver más que la pintura en la pared de alguna casa. Por primera vez en años no he sido más que un cascarón vacío, un trozo de papel en blanco contemplando el amanecer sin importar que venga la lluvia y convierta mi piel en retazo.
 Durante un tiempo he escrito canciones, letras que sin sentido aparente solo son compuestas para mi alma, aunque en ello radica su importancia. Quiero volver a cantar, pero esta vez bajo mis reglas, mis juegos o, al menos, con el parámetro creativo que siempre quise desarrollar en todo lo que genero. Por lo mismo, he dado vueltas a mi novela, y ella vuelve a mi. Es así que como amantes inconstantes, hemos abandonado nuestros placeres de forma provisional, solo para aumentar el apetito por crear, follar y amar como si el exterior importase una mierda. Lo mismo para mis dibujos y cuentos. Como un amasijo, van acumulando espacios en mi casa, en la vida y mente de este hombre de 38 años quien nunca esperé conocer; vamos, que alguna vez deseé morir a los 27 años, así que pueden imaginar cuan idiota era...
 Por ello, me atrevo a publicar parte de una canción que estoy trabajando.

Carne Muerta

De las alas rotas, la caída fue lo peor
Nunca esperes de otros salvo inconsecuencia
Porque el verbo no se explica en el alma
Y al final fue otro escape al dolor.
Y trémula es la hora donde enfrentaste
La espiral llamada vida no está arraigada
en aquellos cuya bandera es cruz y sangre

Muerta la carne, el alma es libre
las alas extendidas hacia el Sol
Como dragones, fantasía de los años
Nos haremos uno en el dolor.

Con mis manos confundidas, sin palabras para dar
Hoy que veo las heridas, de una vieja serenata
En la ciudad de las miserias, mi voz
calla triste un mensaje sin final.
Y trémula se hizo la hora donde enfrentaste
la conciencia única de una sociedad
en aquellos cuya bandera es cruz y sangre.

Crea la vida, una consciente verdad
con las manos extendidas hacia el Sol
Jugaremos a ser fuertes, fantasía de los años
Nos hacemos fuertes, uno en el amor.