martes, 29 de septiembre de 2009

La intolerancia al servicio de la crítica.


   Nuevamente me veo llevado por las circunstancias, a escribir en torno a un tema bastante molesto que se dá en otro pais, y sin embargo creo que gracias a la globalización, nos vemos afectados por ello. Sin embargo, y antes de comenzar, recomiendo que lean el artículo que ha expuesto don Vicente Molina Foix, escritor y crítico literario español, respecto a la narrativa gráfica en particular:
 https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEid0G0jyuwELO5uuIiR8KRv4k5U388eBjqqPHSCtHzQZAM-hiEdPjnFa6DuJxZ-ZARit0lgnWqJiXrabFJZsosEovUrx5sJRg6qDitdR94d8a-jz0P-pPKwrmKu2eoyIC5Iup4dhiUO-bpa/s1600-h/Foix_Comic.jpg

  Cuando me encuentro con comentarios como este, me pregunto si en verdad ser crítico vale la pena; es decir, con tipos como el señor Molina Foix el término se desvirtúa y toma un sentido absolutamente perverso, que más bien se parece a una opinión basada en la ignorancia y la poca empatía hacia los gustos de otros. En resumen, más parece un comentario ligero y sin peso valórico, hecho entre amigos, que una crítica estudiada y documentada, absolutamente preparada, con convicciones reales. Y es grave el tema, cuando resulta que es hecha por uno de los pilares del tema, más aún cuando este autor es reputado y connotado por sus críticas literarias y sus propios textos en el tema. Más grave aún, cuando vemos que este tipo de situaciones son reproducidas normalmente en nuestro medio escrito, donde tipos que solo poseen el "título" de periodistas (y otros que tan siquiera terminaron 4to medio), se consideran con derecho y conocimiento para hacer "crítica"; bueno, nada mal para un pais en donde individuos tienen cara de salir por radio o televisión, y autoproclamarse "opinólogos", como si la opinión fuese una ciencia, cuando es el estamento más bajo de nuestra interacción social. Y no porque las opiniones sean inválidas, sino más bien por el hecho de que todos hacemos opinión, porque es simple, porque nos nace y es natural. Elegimos lo que nos gusta y lo que no, basados en nuestros criterios. La crítica, en cambio, busca trascender a nuestro propio gusto, y de manera objetiva, desmonta una obra para mostrarnos porque puede funcionar o no, y bajo que parámetros está desarrollada. No es un juicio moral o estético, más bien es un complemento a como nos vemos frente al trabajo de otros, añadiendo visiones o parámetros, para observar la misma. Eso es lo que olvida gente como Vicente Molina Foix (con quien comparto, a mi pesar el primer nombre, que no el criterio), porque simplemente piensa ser más inteligente, más capacitado estéticamente que el resto, y simplemente impone su parecer. Simplemente patético.
   Para la próxima vez que salga al aire, en el programa de radio, voy a tener presente esto antes de comenzar a hablar: nunca ser intolerante al juicio de otros, porque la crítica es un arma poderosa. Emitir un juicio cambia pareceres y enseña a enfrentar el mundo, aunque muchas veces uno crea que solo son pensamientos y palabras dispares. Y quien no ve esto así, está en su derecho de pensar distinto. Eso es lo que defiendo, y eso es lo que creo.

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